miércoles, 24 de diciembre de 2008

EL "AYLLU" EN PIE DE GUERRA

“Doña Zoila Paz Vargas y su hijo actualmente mantienen un proceso judicial con el Arzobispado por la determinación autorizada por monseñor Juan Antonio Ugarte para desalojar al Café Ayllu. La campaña a favor del Ayllu empezó y espera recibir el apoyo de todos. Doña Zoila Paz y sus trabajadores demandan respeto a arzobispado”.

Muchas son las razones por las cuales el Arzobispado del Cusco se ganó el rechazo y las críticas de la población del Cusco. Una de ellas es el inminente desalojo determinado por el clero del tradicional Café Ayllu. La reacción de la población no se hizo esperar ante un claro atropello a la historia y la cultura de la ciudad con la conformación del comité “Cruzada de Solidaridad con el Café Ayllu” que promueve una campaña en su defensa.

Para el arzobispo Juan Antonio Ugarte Pérez no significan nada los 37 años de funcionamiento del café que acogió a casi 4 generaciones de cusqueños y por eso decidió desalojarlo del inmueble para darle pase al Starbuck’s. “El emblemático café ayllu se resiste morir, enfrenta una dur
a batalla legal por la actitud mercantilista del clero que busca acabar con el último reducto de tradición y cultura viva”, señala en una nota prensa el comité. Asimismo, insta a visitar la pagina web www.portalperu.blogspot.com en la que una gran cantidad de personalidades conocidas rechazan la actitud del arzobispado.

“Estos cambios en el centro histórico buscan que el Cusco se convierta en una ciudad genérica, moldeada más al gusto de los consumidores, sin respetar la particularidad que hace de esta ciudad histórica un espacio único”, subraya en dicha página el escrito Luis Nieto Degrogori.

Por su parte Enrique Zileri, director de una revista conocida considera que “seria un sacrilegio y pecado imperdonable permitir un Starbuck´s en este lugar (en donde ahora está ubicado el Café Ayllu)”.

martes, 23 de diciembre de 2008

EL "AYLLU" SE VA

Primero fueron los alarmantes rumores: ¡cierra el “Ayllu”!, ¡problemas con el local! Después la confirmación de la noticia en uno que otro periódico de Lima, pero todavía de manera aislada. En estos momentos, una ola de preocupación que ha saltado a todos los medios, incluida la televisión nacional, y que se ha traducido en una campaña por Internet para que el Arzobispado del Cusco, propietario del local, revoque su decisión de rescindir contrato a este tradicional café. ¿Por qué tanta gente, no solo de Cusco, lamenta el cierre del “Ayllu?

En este mundo globalizado, posmoderno, se conoce como ciudades genéricas a aquellas que cada vez se parecen más unas a otras. Tienen aeropuertos en lo sustancial parecidos, centros comerciales calcados de un lugar a otro y que encima ofrecen las mismas marcas, multicines que pasan solo películas de Hollywood, los mismos edificios de autocad por todas partes y las famosas franquicias en las plazas y avenidas más céntricas: McDonalds, Pizzas Hut, Kentuckys y, más recientemente, Cafés Starbucks. Se trata de ciudades que han perdido sus señas de identidad, su ambiente peculiar, los pequeños detalles que podrían distinguirlas como un mercado, una vieja estación de ferrocarril, una botica que todavía conserva estantes de otro siglo y enormes frascos de vidrio, etc. En lugar de eso, están orgullosas de ser como cualquier otra ciudad, tan semejantes a otras que uno podría intercambiarlas de lugar en el mapa y no pasaría absolutamente nada.

En el otro extremo, están las ciudades históricas, esas que a lo largo de los siglos se fueron labrando un rostro propio, irrepetible, y que por lo mismo valoran cada una de sus edificaciones y también la cultura viva que se desarrolla en torno a ellas. Son ciudades que, debido a sus valores arquitectónicos, han pasado a ser consideradas patrimonio de toda la humanidad, lo que no significa otra cosa que el deber de velar por su conservación.

El Cusco, que duda cabe, pertenece a esta categoría de ciudades y, por lo mismo, merece un tratamiento especial de sus autoridades, pobladores y de los empresarios que quieran invertir en él. Sin embargo, además de los peligros que a menudo atentan contra su monumentalidad y que de sobra conocemos como la demolición de sus antiguas casonas para dar paso a deslucidas construcciones de vidrio y cemento, existe otro que socava lenta pero persistentemente la esencia de la ciudad. ¿A qué nos estamos refiriendo?

Los pasos agigantados con los que caminamos hacia un nuevo orden mundial, que sociólogos como el español Vicente Verdú llaman “capitalismo de ficción” pues está regido cada vez más por el poderío de las industrias del entretenimiento y el enseñoramiento de la realidad virtual, han traído una amenaza insospechada a las ciudades históricas: el que estas terminen convertidas en una especie de enorme parque de atracciones o de estudio de cine que existe solo en función del turista.

El primer síntoma de este proceso, que se presenta ya en el Cusco de manera irrefrenable, es que las ciudades históricas dejan de ser un lugar de residencia de sus vecinos, quienes dejan sus antiguas viviendas a hoteles, restaurantes, agencias de viajes, tiendas de artesanías, museos, todo de un lujo que resulta prohibitivo para la población local. El siguiente paso, para completar el paquete turístico, es que la ciudad ofrezca los mismos servicios a los que el turista está acostumbrado en casa. Es así como por doquier, hasta en los lugares más emblemáticos, proliferan los McDonalds, señal inequívoca de que la antigua urbe histórica forma parte del mundo posmoderno del capitalismo de ficción. Como dice Verdú refiriéndose a este proceso y a las marcas que con su avanzadilla, se trata de “una marea poderosa que derrama múltiples puntos de vista contaminantes y a partir de los cuales la ciudad, antes o después, trastorna su aspecto para atender a las visitas.”

David contra Goliat

El “Ayllu” es un café que abrió sus puertas hace ya casi cuarenta años a un costado de la Catedral. Con una decoración que se reduce a dos enormes lienzos de un artista cusqueño y un mobiliario franciscano que no se diferencia en nada del de otros restaurantes o cafés de cualquier barrio de la ciudad, este café conquistó el paladar de los cusqueños con su pan con nata en el desayuno y sus sándwiches y pasteles, estos últimos horneados con una receta guardada bajo siete llaves por la propietaria, la señora Zoila Paz de Beltrán. Son pasteles, sobre todo la famosa “lengua de suegra” que han querido ser imitados por otros establecimientos, pero sin éxito.

Otros detalles no menos importantes completan el éxito de este local, como un personal que se ha mantenido estable a lo largo de décadas, precios que están al alcance del bolsillo de la clientela del lugar y la música clásica con que los propietarios regalan los oídos de los parroquianos. Fue así como poco a poco este café pasó a ser parte de numerosos rituales de la población cusqueña, como un desayuno después de la misa dominical o de la ceremonia de izamiento de la bandera o un lonche para celebrar algún acontecimiento familiar. Todo esto, sumado a una ubicación estratégica que domina la plaza, hizo que también los viajeros se encariñaran con el “Ayllu” al punto que un desayuno en este café pasó a formar parte obligatoria de una visita al Cusco.

El inminente cierre del “Ayllu”, que ha tenido que recurrir a un juicio para alargar su agonía, se debe a que el Arzobispado del Cusco ha recibido una oferta al parecer muy jugosa de una empresa del mismo rubro, pero con gran cantidad de dolarillos en el banco. Se trataría al parecer de la cadena norteamericana Starbucks, que ya metió la pata una vez abriendo un local en plena Ciudad Prohibida de Pekín, con lo que desató una ola de protestas de sus clientes en todo el mundo. Esta historia, que se prolongó siete años, terminó en setiembre del 2007 con el cierre del establecimiento y su reemplazo por un salón de té chino más apropiado para el conjunto de museos en que se ha convertido la antigua residencia de los emperadores del gran imperio oriental.

¡Difícil juzgar al Arzobispado por la decisión que ha tomado! ¡Difícil, en general, juzgar a cualquier propietario que quiera recibir mayores rentas de un bien! Pero sí se puede hacerle saber a Starbucks o cualquier otra franquicia que no serán bienvenidos en ese rincón donde late el Cusco irrepetible, ese que debemos conservar para que la ciudad mantenga su esencia y no se convierta en Incalandia.

TE LO PEDIMOS, SEÑOR

Hemos leído en el suplemento Domingo el reciente reportaje sobre el posible desalojo del Café Ayllu, en Cusco, y es como si hubiera recibido un latigazo en la nuca.

En las punas de Cusco, durante las heladas, vi languidecer carneros blanqueando los ojos. Nadie los socorría en aquellos páramos. Sólo la niebla los cubría con su frazadilla ligera. Y ese desamor, la lobreguez que cunde al reparar que algo se acaba de la manera más deplorable, es lo que siento ante esta situación.

En el Ayllu recitábamos "El Credo" en Quechua con mi compadre Pancho Atawpuma, de Q'eros, ante un celestial ponche de habas con ayrampo. Fue allí donde develamos con el pintor Luis Palao Berastain sus dib
ujos que acompañarían la edición bilingüe de la poesía de Kilku Warak’a. Allí, en el Portal de Carnes, corregí mis poemas sobre los lienzos de la Escuela Cusqueña y, entre los concurrentes mestizos, presentí al Anónimo de La Catedral, al Maestro de la Compañía. Desde allí, con Ricardo Valderrama y Oswaldo Chanove, escuchamos el tañido de la María Angola que se oye a cinco leguas a la redonda. Y allí conocí, de chico, a Luis Figueroa –pionero del cine peruano– con esa estampa de sonero cubano, y a Raúl Brozovich, poeta, viejo arcángel cascarrabias. Y allí, el pintor Manuel Gibaja –subrepticiamente sentado detrás del mostrador de maicillos– solía bocetar los rostros más subyugantes. Y es del Ayllu del que le hablé al poeta José Emilio Pacheco que, finalmente, aceptó la invitación de ir a Cusco. Le conté que junto a la Basílica Catedral había un café frecuentado por los feligreses del orbe. "Es nuestra Catedral" le dije.

Y ahora, cerrarán el entrañable Ayllu para rentarlo a un café transnacional.

Es legítimo que la arquidiócesis –dueña del local– quiera acrecentar sus caudales. Y yo no soy nadie para descolgar el zurriago con el que Jesús echó a los mercaderes. "¡Más valdría, en verdad, que se lo coman todo y acabemos!", diría Vallejo. Pero no.

Como un peatón más de la Cuesta de los Afligidos, invoco al arzobispo y a sus adjuntos todopoderosos; al Señor de Los Temblores, humilde y desabrigado: no cierren el Ayllu, sus señorías; te lo pedimos, Señor.
http://www.larepublica.com.pe/content/view/255098/

CUSCO SE VENDE

Se ha anunciado una lamentable idea: las corporaciones estadounidenses McDonald's, KFC y Starbucks planean abrir sucursales en Cusco, la histórica capital del mundo andino.

Peor aún, esas gigantes corporaciones planean abrir sus locales en la mismísima plaza mayor de la ciudad, la cual es desde hace miles de años el espacio central de la civilizacion Inca y de las civilizaciones indígenas que le precedieron.

Este valioso espacio urbano cuyo nombre en quechua es Huacaypata, Aucaypata o Wajaypata fue dividida en dos plazas por los hispanos: la plaza de Armas y la plaza Regocijo. En su entorno se edificaron las principales iglesias católicas y palacetes españoles, encima de los palacios y templos Incas. Ahí también fue asesinado el héroe indígena Tupac Amaru II, y es hoy el principal espacio urbano de encuentro y celebraciones cívicas de los cusqueños.

Todo sea por dinero y la felicidad de ciertos turistas

No entiendo quien iría a Cusco -un lugar único en el planeta- a tomar café de Star
bucks, a comer una hamburguesa congelada o embutirse con una pierna de pollo grasienta y "papas fritas" hechas de harina. En esa misma ciudad se puede obtener una exquisita taza de café cusqueño por un cuarto de dólar y se pueden encontrar bastantes restaurantes de buena calidad, donde se sirve la exquisita comida andina. Aquel que visite Cusco y no coma en los mercados locales, las "chicherías" y"picanterías" de la ciudad, no ha conocido bien la cultura de esa privilegiada región.

Supongo que la intención de estas empresas mencionadas, es contentar a los adinerados turistas estadounidenses - les encanta encontrar las cosas de su país en todo el mundo. Si pues, algunos prefieren la comida chatarra llena de hormonas, a un buen timpo puchero, un rocoto relleno, lawa de chuño, kapchi, adobo de alpaca, pepián de cuy, quesos kapiche o chuñocola y de las simples pero alimenticias humitas, canchita y olluco; servidas con las cervezas locales, aguardiente, bebidas de coca o chicha de choclo.

Y como no se puede detener a esas empresas -en tiempos de salvaje globalización y cruel libre mercado- de hacer su negocio en Cusco. Pero lo que se puede, y se debería hacer es regular las ubicaciones de ese tipo de negocios dentro de la ciudad, al menos. No se puede destruir la principal ciudad peruana -en historia, cultura y belleza- y el mayor atractivo de Perú, para contentar a estos visitantes consumistas y a los golosos empresarios.

El hecho que estas empresas estadounidenses se instalen en el mismo corazón de la ciudad indígena más importante del continente, es algo difícil de digerir. De prosperar esta idea, pronto podríamos ver un Hooters junto a un convento local, y un CheekeCheese encima de Sacsayhuaman. Por que no un Hard Rock Café -propiedad de los indígenas Seminole de EEUU- en el corazón del Valle Sagrado. No pues, sería tan ridículo como que un restaurante peruano abriera en el Mall Nacional de Washington, DC. Todo tiene su lugar.

Otro motivo para oponerse o para pedir que se regulen este tipo de establecimientos, es el hecho que en es muy probable que en esos restaurantes se practicara la discriminación racial contra los mismos cusqueños y otros peruanos que no son blancos. Tal como ya ocurre en muchos bares y restaurantes de Cusco - usualmente propiedad de extranjeros y de limeños - donde solo se admiten a extranjeros y peruanos de cierto aspecto. Lo mismo ocurre en los locales de Starbucks en Lima.
En los meses que vienen la antigua arquitectura Inca no será todo lo que llame tu atención en la histórica plaza de Cusco, cuando un par de arcos dorados sean instalados allí.

Es la misma plaza que fue el centro del mundo Inca por cientos de años antes que los españoles llegaran y la destruyeran. ¿Podría ser este el final de la plaza colonial en la forma de una destrucción de EEUU?

Después de comprar propiedades dentro de la ciudad en tiempos de los precios más altos de la historia, McDonald's, KFC y hasta Starbucks están planeando abrir sus primeros locales en la ciudad. No se han fijado fechas de inauguración todavía, pero los tres locales están siendo remodelados actualmente.

Esperemos que las autoridades locales hayan planeado en adelante y prohibido cualquier tipo de señalización obvia y llamativa. Los funcionarios en esta región a menudo son enceguecidos fácilmente por los dólares.

Considerando la u
bicación de estos negocios, es claro que los cusquenos no son el objetivo de los inversionistas, sino los turistas. Mi opinión es que cualquier turista que sea encontrado en esos establecimientos debería ser deportado.

Yo agregaría: a todo turista que se enferme de soroche (enfermedad de altura) después de comer ese tipo de comida dañina, se les debería cobrar doble por tratamiento médico. Pero como este es el mundo de los vivos, seguramente que Starbucks vá a incluir el delicioso mate de coca en su menú.

Cuando los españoles construyeron sus magníficos conventos y monasterios encima de los impresionantes palacios quechua, no había leyes que protegieran el patrimonio histórico de las ciudades. Se trataba de una invasión, y los recién llegados venían con la intención de destruir, colonizar y extirpar las culturales originarias. Parece es que hoy se trata de lo mismo pero con diferentes nombres: a los colonos invasores ahora les llaman inversionistas y a las encomiendas se les conoce como empresas privadas. Y a todo eso le llaman progreso.
http://peruanista.blogspot.com/2008/05/cusco-se-vende-mcdonalds-kfc-y.html

STARBUCKS, MCDONALD'S AND KFC TO BE BUILT IN CUSCO

Starbucks, the largest coffeehouse company in the world, has set its sights on a locale in one of Peru's most touristic regions, Cusco.

The coffee and coffeehouse chain is willing to pay any price for a spot near Cusco city's main plaza, said the owners of the traditional El Ayllu Cafe.

The representatives of Cusco's archbishopric and owners of El Ayllu, stated that Starbucks was willing to pay a high price for their corner coffee shop.

The Seattle-based corporation is not the only U.S. company interested in investing in a place near one of the New 7 Wonders of the World, McDonald's and KFC have affirmed that they too are going to invest in property near the Inca Citadel.

Even though real estate prices in Cusco city have doubled and in some cases tripled, McDonald's - the world's largest chain of fast food restaurants, has already set aside the locale where Bohemia restaurant used to be.

The company is negotiating the rental of the establishment with the owners, the Transporters Association of Cusco.

KFC, on the other hand, is to be located on the corner of Cusco's main square.

An inauguration date for the KFC and the McDonald's has not been announced yet but both locales are currently being remodeled.

TRADICIONES QUE SE QUIEBRAN

Se ha desatado en el Cusco un interesante debate sobre el uso y abuso tanto de su patrimonio cultural como de sus espacios físicos más tradicionales por parte del renovado turismo y el comercio que ha llegado detrás del boom viajero. Los que alentamos el turismo sabemos de su lado oscuro y de sus excesos. Por eso es que el posible cierre del café más clásico del Cusco debería alentar una reflexión sobre el modernismo y sus secuelas. también sobre ese apego que solemos tener algunos por el pasadismo y sus visiones plagadas de estaticismos. Esperamos su opinión. Es necesario reflexionar sobre el futuro. El texto que presentamos lo hemos cogido del magnífico blog de Renzo Guerrero de Lama, un observador notable del Cusco actual (...).

Quería compartir con todos un artículo que publiqué en el diario sobre el café El Ayllu, el cual dejará su tradicional esquina por “diferencias económicas” con la gente del Arzobispado del Cusco, propietarios del local, quienes afirman que la familia Beltrán Paz no quiere pagar un precio justo por el lugar. Me imagino que todos los que han pasado por la Ciudad Imperial lo conocen. Y si no, los invito a que se den una vuelta antes de que nos abandone. Es en estos momentos cuando pienso en todos aquellos que se rasgan las vestiduras defendiendo a su Cusco querido, hoy, al menos el centro histórico, vendido a intereses foráneos. No sé, me gustaría saber que piensan.

Sentado y con las manos apoyadas sobre la mesa, Pericles Beltrán Paz conversa. No hay grabadora de por medio, tan solo su historia, la mañana dorada afuera y aquel bullicioso encantador que hacen los comensales al untar sus panes, al mover sus cafés, al arrastrar sus sillas. Comienza por el final: “Estamos en un proceso judicial con el Arzobispado, ya que nos quieren desalojar de este lugar después de 37 años”.

Luego, un silencio melancólico lo apaga y algunas preguntas se quedan sin respuesta. A su alrededor, diez personas, disfrutan de un placentero desayuno sin saber bien lo que está pasando. El Ayllu, el café más tradicional del Cusco, sigue presentando su mejor cara pese a todo. A todos.

Según cuenta Pericles el problema se inició hace varios meses, cuando comenzaron las conversaciones con los representantes del Arzobispado para la renovación del alquiler. Dice que las pretensiones económicas de la Iglesia, algo más que un die
zmo, escapaban de sus posibilidades. Entonces, cuando aún negociaban, les llegó una notificación en la que le explicaban, no muy amablemente, que se tenía que ir. Pericles consciente de que los propietarios tenían la razón, el derecho de alquilar a quien quiera, les pidió algunos meses para desalojar sus pertenencias, pero otra vez sin amabilidad, le indicaron que no. Así, desde febrero, cual penitencia, carga con un proceso judicial, el mismo que viene afrontando sacrificadamente porque considera que ahí formas y formas. “Me enteré hace ya un tiempo, como un chisme, que el Starbucks quería este lugar. De ahí todo degeneró en la parte legal. Así no se hacen las cosas. Así no”, sentencia.

No obstante, resignado, Pericles se comienza a despedir de a pocos de aquella esquina que lo vio crecer, y que decenas de cusqueños y visitantes sienten como suya. El que menos se ha sentido conmovido con la noticia. Algunos vecinos ilustres de la Ciudad Imperial han redactado sendas cartas al Arzobispado para que reconsidere su posición, haciéndole saber lo que representa en la sociedad, en las familias, que no será lo mismo, que como el El Ayllu, ninguno. Es más, en un libro que ahora está junto a la caja, previa explicación, los parroquianos que más quieren al café han abierto un libro para que la gente se solidarice. Hechos como éstos, a Pericles lo conmueven, lo parten en mil, ya que es un reconocimiento al esfuerzo infatigable de sus padres, Zoila Juliana Paz Vargas y Manuel Abelardo Beltrán Bravo, quienes desde abril de 1971, han dado lo mejor de sí. Ellos, como todos, están tristes.

En realidad, rectifica Pericles, el café se inició hace 39 años, en un local ubicado en la Cuesta del Almirante, cerca de la Plaza Tricentenario, en pleno centro histórico. En esos tiempos no tenía nombre, más sí fama, ya que los dulces que preparaba su mamá, doña Zoila, eran más que cotizados en los desayunos y lonchecitos cusqueños. Luego, se trasladaron a esa esquina, la cual dice, pidiendo perdón, que no la quería ni Dios: abandonadas después de ser oficinas y las instalaciones del recordado Supermercado Carrillo, los Beltrán Paz ingresaron para hacer historia. Su padre, quien trabajaba en la Ferretería Macedo, decidió aventurarse y apostar por la buena mano de su esposa y por la vocación servicial que tenía, la cual convirtió en la filosofía de El Ayllu: atender a todos los comensales como si fueran los propietarios.

Así es como se gesta la historia del recinto más tradicional del Cusco. Y sigue tan igual como entonces, a pedido de los clientes, quienes en más de una oportunidad hicieron que Don Manuel desistiera de sus caprichos por realizar cambios arquitectónicos, decorativos: así nos gusta, le decían y él, cedía. Por eso está tal cual en sus inicios, con las mesitas sencillas de madera, aquella vitrina provocadora, los techos altos y señoriales y ese ambiente que te transporta a tiempos en los que el turismo no era tan comercial. Ahora, en plena Plaza de Armas, quedan muy pocos sitios como El Ayllu, como dice Pericles, los sobrevivientes, los Muñiz, los Herrera y alguno más. El resto de los locales son de inversionistas foráneo
s que ven al Cusco como un producto, afirma, y no como la ciudad que los vio nacer y que los crió. Puntualiza que es difícil, casi imposible, comprar un lugar en el centro con los cuatro mil dólares que cuesta el metro cuadro. Mucho peor alquilar, ya que los inescrupulosos ponen sus inmuebles hasta en cinco mil dólares. Impensable.

“Cusco al convertirse en una ciudad cosmopolita está dejando que su espíritu se muera, y al ritmo que va, las tradiciones y las costumbres, como ya viene ocurriendo, irán desapareciendo”, sostiene emocionado Pericles y pide permiso para cobrar una de las mesas que se va. Él trabaja, como cualquiera de las 20 personas que tiene a su cargo, los cuales se reparten turnos entre las 6 y 30 de la mañana hasta las 10 y un poco más de la noche. Más aún desde hace tres años que abrió un restaurante en los altos del café, donde quedaba antes radio Salkantay, al que lo llamó El Ayllu, con la diferencia de que los de arriba son expertos en cuy, tamales, carnes y pastas. Pero esa es otra historia.

Celvio Cusihuamán tiene 45 años, 27 de los cuales viene trabajando en El Ayllu. Si se le pregunta por una sugerencia, intempestivamente responde que la especialidad de la casa son “las lenguas de suegra”, un delicioso pastel relleno de manjarblanco. “Son las mejores, hasta a Shirley McClain (la famosa actriz de “La fuerza del cariño”) le gustaron. Imperdibles”, afirma y se ríe, recordando que ha tenido la oportunidad de atender a varios de los últimos presidentes del Perú, como Morales Bermúdez, Belaunde, Paniagua y Toledo. No niega a contar si le dejaron propinas o no, tan solo dice que todos se fueron contentos.

Pericles lo ayuda con la historia de los siete dulces que preparaban en El Ayllu. Todos eran los que su madre hacía en casa para sus cuatro hijos: manzanitas asadas, arroz con leche, alfajores, lenguas de suegra. Este último, ya conocido dentro de la historia de la pastelería cusqueña como lengua, fue adaptado en honor a la abuela Beltrán, porque la Doña Zoila sentía un gran cariño. Al día, se venden cerca de 150 lenguas de suegra, muchas de ellas salen en paquetes especiales, ya que tienen como destino final Estados Unidos o Europa.

Otro dulce que tuvo éxito gracias a su peculiar nombre es el “ojo de gringo”. Cuenta la leyenda urbana que una tarde llegó un turista y pidió ese postre que tenía en el medio una jalea cuya forma era muy parecida a sus ojos. Al pedirlo dijo eso, por lo que, entre carcajadas, los conocidos hasta entonces como ojos de buey perdieron su nomenclatura oficial.

Pero en El Ayllu, lo recuerda Celvio, no solo se sirven dulces. También destacan, y de sobre manera, los sándwiches de asado de lechón y los mixtos, las empanadas de carne con harto limón, y los incomparables mega-desayunos: uno no se puede ir del Cusco sin probar el popular Ayllu, con ponche de leche, pan de maíz, nata para untar, ensalada de frutas con miel, yogurt y granola. Una delicia que quizás no se repita más, aunque Pericles sostiene que podría continuar el negocio, siempre y cuando encuentre un buen lugar. Él sabe que sí, pero prefiere no avizorar nada. Dos señores se acercan y le brindan su apoyo. Los despide bajo esa mañana aún dorada y sigue trabajando.
www.viajerosperu.com/articulo.asp?cod_cat=10&cod_art=974

EL CAFÉ MAS SABROSO

Zoila Paz Vargas tiene 68 años de los cuales 39 los ha dedicado a atender a los turistas y cusqueños que se dan cita en su café que, aparte de ser el más representativo y querido del Cusco, posee una de las mejores vistas de la Plaza de Armas. Por sus ventanales se puede ver a miles de transeúntes quienes cámara en mano intentan captar el mejor ángulo, la mejor vista de esta ciudad que encanta y envuelve con su magia a los visitantes. Las horas van cambiando el sentido de las sombras. Pero en el Ayllu, el sabor de su café, las lenguas de suegra y los deliciosos pasteles de manzana preparados en su cocina, no cambian. Su sabor es, como siempre, incomparable.
¿Por qué le puso este nombre?
Ayllu significa pueblo pero también es familia y eso es lo que somos nosotros, una familia que viene trabajando sin parar por 39 años, intentando brindar siempre lo mejor a nuestros clientes. Pero ahora estamos frente a la amenaza de tener que cerrar nuestras puertas y dejar de atenderlos porque los funcionarios del Arzobispado del Cusco no aceptan nuestros planteamientos para la renovación del contrato de alquiler aún cuando las condiciones son cada vez más ventajosas para el Arzobispado.
¿En qué etapa de las negociaciones van?
Mira, lo último que ha pasado es que han procedido judicialmente contra el Ayllu con una demanda de desalojo a pesar de estar en plena etapa de negociaciones. Nos han dado de plazo hasta el mes de diciembre. Entonces tendremos que cerrar nuestras puertas.
El Arzobispado es el dueño de este local y tiene derecho de alquilarlo al mejor postor ¿por qué cree usted que eso está mal?Es que la discusión no va por quién da más dinero sino por el hecho de identidad, por los años de trabajo (39). Todos se preguntan cómo después de tantos años nos vamos a ir así, de un momento a otro, porque para los cusqueños este es un local tradicional. Nosotros hemos respetado siempre el contrato. Y cada renovación significaba un incremento del alquiler. Pero esta vez no quieren escucharnos. Ya decidieron dárselo a una empresa extranjera que puede pagar todos los caprichos del arzobispado y ellos no quieren escucharnos. No quieren ni recibirnos.
¿Qué es lo que ellos alegan?
Bueno, nos han pedido hacer algunos cambios, mejorar, modernizar el café. Además, quieren que tomemos todo el local. Pero no tenemos un presupuesto tan alto, esta es solo una cafetería. Solo pido que nos den más tiempo para dejar las cosas bien. Acá trabajan 20 personas y sus familias dependen de ellos. No podemos cerrar así de un momento a otro. ¿Qué va a pasar con los trabajadores sino?
¿No piensa continuar con el café en otro lugar?
No lo sé aún. Tal vez. A mucha gente le duele eso, no quieren que se cierre este local porque lo toman como el último lugar en el que los cusqueños pueden reunirse ya que todos los locales de la Plaza son para extranjeros. El Café Ayllu y el Café Extra (que queda muy cerca a la Plaza de Armas, camino a la Plaza Regocijo) son los últimos locales para los cusqueños. Nuestros clientes nos dicen que no van a permitir que cierren el local, que se van a levantar para defenderlo. Es que hay familias enteras que vienen acá a cuyos hijos conozco desde que eran chiquititos. Algunos viven en el extranjero y siempre que regresan al Cusco vienen, se llevan “lenguas de suegra” hasta el Japón (risas).
¿Qué es lo que ustedes piden?
Solo más tiempo para poder cambiar las cosas, mejorar el local como ellos piden. Solo queremos que nos dejen trabajar unos diez o quince años más. Creo que debe haber más consideración de su parte. Deben defender el patrimonio de todos los cusqueños y dejarnos trabajar. Creo también que deberíamos tener los mismos derechos que los extranjeros en nuestra tierra. Si nuestra situación mejora aumentaríamos el alquiler como ellos quieren. Ellos quieren remodelar este local para hacerlo al gusto de los extranjeros, es un capricho del señor Arzobispo y nada más. Yo le digo que nunca antes habíamos tenido problemas con el Arzobispado, pero con el nuevo monseñor no hemos podido contactarnos. No merecemos ese trato ¿no le parece? Además, todo lo que tiene la Iglesia es del Cusco y por esa misma razón deberían apoyarnos a los cusqueños a cuidar nuestro patrimonio y nuestras costumbres. Ahora tenemos que pagar hasta para entrar a las iglesias. Eso es increíble. Han convertido las capillas de la Compañía de Jesús en mercadillos para artesanos. Ya no saben de dónde sacar más dinero.

EL CUSCO Y LOS CUSQUEÑOS

Hoy leí el artículo titulado "El café Ayllu" de Nicolás Lynch en el que aborda, a partir de la amenaza de cierre del famoso cafe Ayllu, la problemática que se viene viviendo en una ciudad antigua y ancestral como el Cusco, en estos tiempos de cambios, en un mundo en globalización (también hay otro artículo sobre este tema). Así, dice algo con lo que estoy plenamente de acuerdo: "Sin cuidar lo mejor de nuestra tradición estaremos perdidos". Esa conclusión es totalmente acertada, pero resulta muy abstracta al momento de saber cómo hacer para defender nuestras tradiciones sin negarnos al cambio que, en muchos aspectos, resulta necesario. ¿Qué es lo mejor de nuestra tradición?, ¿lo mejor para quién? El Cusco, a pesar de no ser una gran urbe, es una ciudad fracturada, en la que hasta no hace muchos años podía apreciarse casi una suerte de "castas" sociales,que han logrado que gran parte de los cusqueños "decentes" simplemente no aprenda el kechua —parte exquisita de nuestra ancestral tradición lingüística— porque eso no era para gente moderna, "decente", no era sino para los "cholos", los "indios", los "mozos", los "mestizos", en los que también se generó un repudio hacia esa lengua.

Coincido plenamente también con Lynch cuando señala que "la cultura no es asunto sólo del pasado, como muchas autoridades turísticas creen, y tampoco tiene que ver exclusivamente con edificaciones prehispánicas y coloniales. La cultura es la creación cotidiana de la gente que habita un lugar determinado y recupera el pasado para vivir mejor hoy y construirse alguna esperanza de futuro". Exacto. La cultura también es el movimiento, el cambio, pero uno se apoya en lo que resiste. No obstante, las autoridades peruanas, en general, y las autoridades cusqueñas , en particular, le dan importancia solamente a los aspectos "folklóricos" de nuestra vida, a aquellos que, sin importar si reflejan o no nuestra "cultura viva", son marqueteras, venden al turista.

Sin emgbargo, lo que hoy se está viviendo en el Cusco —y que cabe ejemplificar con las amenazas sobre el café Ayllu— es algo que se viene viviendo desde mucho atrás: el arrebato del Cusco a los cusqueños. Así, por
ejemplo, como señala Guillermo Salas, respecto a los porteadores en el Camino Inca, "Otra cosa que me pareció increíble e indignante era que a estos señores, campesinos quechuahablantes, no se les dejaba ingresar a Machupicchu. Si deseaban hacerlo debían pagar una entrada, y eso obviamente estaba fuera de sus posibilidades". Y ese Machu Picchu, tan de moda hoy, es casi prohibitivo no solo para los cusqueños campesinos como esos porteadores, sino incluso para los habitantes de la urbe y de las provincias o pequeñas ciudades colindantes. ¿Alguien ha hecho alguna vez una encuesta de qué porcentaje de cusqueños conocen esa joya de nuestros antepasados? Y el arrebato sigue, pues si uno se va y pasea por el Valle Sagrado se dará cuenta que, simplemente, hay muchos lugares a los que los cusqueños no pueden ingresar, así de simple, y que están en manos de gentes del extranjero y de Lima.

Entonces, cuando se habla del café Ayllu, puede ser que sea un caso triste más, pero ni será el único ni quizá el más importante, pues ¿los precios de dicho café eran accesibles para el cusqueño común? Seguramente que hace tiempo que no. Es decir, el café Ayllu ya no era de los cusqueños hace un tiempo y, en general, creo que la Plaza de Armas no tiene ya lugares donde los cusqueños puedan reunirse, pues en un mercado tan prometedor como ese para el turismo, los cusqueños deben ser considerados como consumidores marginales o algo así. Y el problema que se suscita hoy no es más que el viejo juego de la oferta y la demanda, que es el que regula todo —al menos eso dicen— en una economía de libre mercado. Todo está hecho en función del turista y, claro, si eres cusqueño y cuentas con los recursos necesarios para ello, también puede ser para ti.
http://deriklatorreboza.blogspot.com/2008_05_01_archive.html

¿QUIÉN PODRA DEFENDERNOS?

Cuando viajo a otras ciudades en el Perú suelo buscar también esos espacios. Aparte de ir a los mercados del pueblo o ciudad, me fascina ir a los bares o cafés a buen recaudo del neón y la mal entendida modernidad limeña adoradora del concreto y las lunas polarizadas. Pues bien, en la Plaza de Armas del Cuzco o Wacaypata (para satisfacer el corazoncito incásico de mis amigos) el Café Ayllu es un lugar al que he ido siempre y en donde me he sentido particularmente feliz. Buen café y exquisitos dulces, buena atención de los mozos, bonita música, buen ambiente, linda vista de la Plaza y sobre todo mucha historia.
Hace unos días Juan, un chofer con el que trabajo llevando gringos hacia sus hotelazos 5 estrellas, me dio una funesta noticia: Van a cerrar el Café Ayllu y en su lugar pondrán un Starbucks. ¡Mamacha del Carmen! ¿Qué hemos hecho para merecer esto?, pensé de inmediato. De pronto, mil imágenes brotaron en mi mente al ver el inicio de la realización de mis peores pesadillas.

Luego leí una buena opinión de un periodista a quien siempre me gusta leer: Roberto Ochoa en su columna “Aquicito nomás” en la República expresando sus ideas precisamente, y de paso confirmando la triste noticia, sobre el cierre del Ayllu.

Pues bien, como se ve creo que al señor Ochoa le afecta el cierre del Ayllu por los mismos motivos, o al menos por cosas parecidas: cierto romanticismo, cierto candor que encontramos en lugares así, cierto “espíritu de resistencia” en estas “barricadas sentimentales” frente a la aplanadora de la “modernidad” que nos alcanza y a la que hay que acomodarse para que al menos nos deje algunos huesos sin mella. Pero también, y sobre todo, por confirmar, una vez más, que a nosotros, peruanitos de corazón, las luces de neón y las palabras extranjeras nos parecen civilizadoras, nos hacen modernos, mejores.

Pude sonar demasiado simple pero creo que hay muy poco por hacer ante esto. Máxime si se tiene en cuenta que quienes han decidido la venta de este lugar a la poderosa transnacional son los mismos dueños acuciados por el apuro monetario del Arzobispado del Cusco, al fin y al acabo en la libertad absoluta de decidir sobre sus bienes.

Ya es un poquito tarde para quejarse. Después de tanta discoteca a media cuadra de la misma plaza, de tanto restaurante, de tanto artefacto plástico alterando la armonía (no sólo incaica ojo, que una cosa impresionante en Cuzco es también la mixtura occidental – andina en su arquitectura, por más que no se quiera aceptarlo del todo) de un lugar impresionante como es la plaza cuzqueña. El inquilino ya estaba dentro hace mucho y no podemos sacarlo.

Quizás el lamento es porque el Ayllu sí representaba, en mi opinión, uno de los últimos lugares (para algunos era medio huachafo, para otros muy hermoso) sin mucha afectación para satisfacer a los gringos y sin mucha estridencia para parecer “moderno” y donde se podía tomar un cafecito bueno para bolsillos pequeños. Ahora, seguro volveré al Ayllu, o al local, más por la vista que por otra cosa, aunque sé que el café me costará el cuádruple y que no me conseguiré un pastelito delicioso, con sabor ajeno a todo estándar, con algo de encanto casero, si se quiere manual.

Y si bien uno no puede decidir sobre lo que una persona o institución puede hacer con sus bienes lo que sí se puede hacer es poner el grito al cielo no por chauvinista que un café o un restaurante no debe significar el “non plus ultra” de la identidad de un pueblo sino por despertar la conciencia adormilada, soporífera, estúpida de nuestras autoridades. Son ellos los que al menos podrían hacer una cosa mínima por salvaguardar los lugares más bellos e históricos que tenemos de la contaminación visual, sonora, etc. Se legisla sobre discotecas, sobre bares pero, ¿qué se hace sobre la defensa del patrimonio cultural en nuestras ciudades?

Por eso siempre viene la UNESCO a decirnos que Machu Picchu y Arequipa (para usar un ejemplo urbano) serán sacados de su lista de Lugares considerados patrimonio de la humandidad y por eso siempre estamos parchando por partes el tremendo estropicio, sin solucionar el problema. Por eso siempre somos como un equipo de fútbol mediocre: luchando para no ser descendido a segunda división y celebrando cuando nos quedamos en primera así sea por puntos. Hay que ver cómo es que nuestras autoridades respiran aliviados cuando la UNESCO nos dice que por este año no nos bajan el dedo.

Si con Starbucks y Mc Donald´s queremos creer que vamos a atender mejor a nuestros visitantes la cosa va peor que bus interprovincial. Para calibrar un poco el asunto me di el trabajo de comentarles esta noticia a todos los pasajeros con los que día a día trabajo. No hubo ni uno solo, ojo, ni uno, que se mostrara feliz con la idea. Vienen de casa para escapar de eso y lo primero que encontrarán en “el ombligo del mundo” (qué pésima traducción de la palabra Qosqo ¿no?) es un puntito verdiblanco con esa especie de sirenita pelilarga y dulcemente coronada diciendo “Welcome back home, darling”. Cuando estamos en el área de comidas del aeropuerto ningún pasajero ha tenido una opinión favorable de esos lugares, era notorio ese mohín de molestia, de sorpresa infeliz por ver Starbucks y Dunkin Donouts a primera vista. Y eso en un lugar “moderno” como el aeropuerto de Lima, hay que imaginarse como zapatearán esos hígados norteamericanos cuando los vean en el Wacaypata.

A este paso cuando queramos subir al Huayna Picchu imagino que el cuadernito que controla las entradas y salidas nos será ofrecida por Mickey Mouse levantando la mano con su estúpido y contaminante saludo. ¿Somos nosotros mismos, nuestros peores enemigos?.

lunes, 22 de diciembre de 2008

PARANOICOS Y UTILITARISTAS

El Cusco hace tiempo que dejó de ser un lugar interesante para visitar. La ciudad, el valle sagrado y Machu PicchU (...)Caminar por los portales de la Plaza de Armas se ha vuelto una desagradable exposición a que jaladores de restaurantes se le tiren encima a uno, incluso lo jaloneen para ganarse un comensal y por ende, su comisión.

El ruido, la contaminación, la delincuencia, el bricheraje, han instalado una atmósfera hostil, chichera y calcutizada, entre la que se pasean sin enterarse de nada los turistas de alto nivel adquisitivo en sus buses climatizados. Lo más grave, sin embargo, es que los cusqueños han sido sacados de su ciudad. Y esto que escribo no tiene ninguna carga chovinista(...)Es sabido que el cusqueño enfrenta el turismo con una ambivalencia severa. Ellos se sienten los tributarios de un imperio expoliado a quienes el mundo occidental les sigue robando sus recursos. Esta posición, bastante ideologizada y bastante heredera del neoindigenismo de los 40’, es a la vez que una defensa, la base de un reclamo comprensible. Su espacio está pasando a manos de otros.

El caso del café Ayllu es paradigmático en su torpeza. Como se sabe, este tradicional café, situado en la Plaza de Armas misma, siempre fue el reducto de la clase media cusqueña, que acude a él para desayunar o tomar lonche. En sus sobrias mesas de madera es posible encontrar a las señoras de Cusco chismeando, a los abogados de file bajo el sobaco, al cura, a los empresarios jóvenes, todos mezclados con turistas venidos de todo el mundo. Es, en realidad, el único punto de encuentro entre esos dos mundos ahora dicotómicos, el propio y el ajeno. Pero el local del Ayllu pertenece al Arzobispado y el Arzobispado, al Opus Dei.

El Opus Dei, por su parte, no cree en lágrimas, y tiene en Cusco como gerente administrador de sus bienes, a un muchacho llamado Luchín Castañeda, que es capaz de estrangular a su abuelita si sabe que le va a heredar diez soles. Algo así es lo que ha hecho con el local del Ayllu: sincerar el alquiler a los precios astronómicos que hoy tienen los locales de los portales, una renta que los dueños del café jamás podrán pagar. Pronto deberán desalojar el local y –se dice- en su lugar abrirá un globalizado, frío y yupi Starbuck, al que los cusqueños no entrarán así los maten.

La decisión es torpe porque ahonda en una herida, la de la exclusión, por más que los curas tengan el relativo derecho de cobrar lo que las cosas valen. ¿Y el sentido común, la flexibilidad, la atención a los conflictos ciudadanos? Que se vayan a la porra, con sotana, hisopo e zahumerio. En Europa hay dos sectores de pensamiento claramente divididos en este tema. Los llamados “paranoicos”, y los “utilitaristas” (conceptos formulados por el catalán Joan Subirats en relación con el futuro de Barcelona). Los primeros vendrían a ser quienes sostienen un punto de vista similar al que usted está leyendo: el turismo mal manejado conduce inevitablemente a la masificación, la mercantilización y la banalización de la cultura y la sociedad. En el otro extremo están quienes piensan que en turismo todo vale pues es una actividad compensatoria a la crisis de otros sectores, además de que contribuye supuestamente a democratizar y enriquecer mutuamente a las sociedades.

Los analistas españoles del fenómeno han detectado un ciclo en la vida turística de una ciudad cuando no es manejada con una política sostenible y gestionada. Se trata de cuatro fases: “euforia, apatía, irritación y antagonismo”. Primero, se ponen todas las esperazas en que el turismo habrá de sacar de pobres a los ciudadanos.

Pero a medida que estos se dan cuenta de que la actividad trae mucha gente que no deja casi ningún beneficio y más bien despersonaliza el espacio, se va instalando la indiferencia, que en el caso del Cusco suele expresarse en una actitud de sacarle al gringo hasta el último centavo a cualquier precio. Comienzan las ambivalencias, los pobladores locales se manifiestan incómodos y los turistas resienten el maltrato, hasta que finalmente cae, como no podría ser de otra manera, una conflictividad permanente. Por ejemplo, las tomas del tren de Cusco a Aguas Calientes como primera medida a la mano que tienen los cusqueños para protestar contra algo.
http://www.caretas.com.pe/Main.asp?T=3123&BlogsAction=PL&Code=1#Post_98

CUSCO ANTES Y DESPUÉS DEL AYLLU

¿De qué hablamos cuando hablamos de modernidad, progreso y globalización?

Esta es la pregunta del millón cuando nos enteramos del inminente desalojo del Café Ayllu –ubicado en la Plaza Mayor de la ciudad del Cusco–para ser reemplazado por una cafetería de la cadena Starbucks.

Se trata de un rincón emblemático y tradicional del Cusco y es, precisamente, el último local propiamente cusqueño que aún funciona en el revaluado perímetro del Haucaypata, donde ahora proliferan restaurantes internacionales y tiendas de lujo no aptos para turistas misios. Menos aún para los propios ciudadanos cusqueños.

Sin duda, todo este boom turístico es una buena noticia para la economía cusqueña, sobre todo para la ahora
cosmopolita "capital arqueológica de América", pero cómo explicar esa desazón que me provoca romper una rutina que he cumplido desde hace treinta años: bajar del avión, alojarme en un hotel o en casa de algún familiar, y de inmediato ir al Ayllu para enterarnos de la movida local (política, artística y cultural) mientras gozamos una reconfortante taza de café y sus dulces de antología.

Sí pues, es cierto que puedo pecar de anticuado, pero duele comprobar que el Arzobispado del Cusco –dueño del local donde se instaló el Ayllu desde hace 37 años– amenazó desalojarlo para darlo en alquiler a la cadena Starbucks, una transnacional que está pasando apuros financieros y que se ha visto obligada a cerrar centenares de locales en ciudades de Estados Unidos y Europa.

Todo esto me hace recordar que los peruanos siempre llegamos tarde a la modernidad, y que a veces confundimos progreso con negociados.

Y lo peor es que no pude evitar compararlo con la gestión del alcalde limeño Luis Castañeda Lossio en el centro histórico de la ciudad capital: apenas asumió el cargo, ordenó el retiro del monumento a Francisco Pizarro, fundador de la Ciudad de los Reyes, para reemplazarlo con piletas huachafísimas y cadenas de sangucherías al mejor estilo de Miami. ¿Eso es modernidad?.
www.larepublica.com.pe/content/view/239527/28/

CAFÉ AYLLU EN LA MIRA

El “Café Ayllu” es la expresión de un sueño de vida construido a lo largo de 37 años, proyecto empresarial de gente creativa y emprendedora que ha sabido enfrentar con audacia y coraje los desafíos de la época. El emblemático Ayllu icono de cultura empresarial cuenta con capital humano de excelencia; Manuel y Zoila han introducido valores intangibles de calidad en el servicio donde el cliente es primero, lo segundo y lo tercero, un ciclo que no termina nunca.

Muchas empresas de familia caen por una cultura extremadamente conservadora, sin embargo un excesivo abandono de las tradiciones puede llevarlo incluso a una perdida de posicionamiento competitivo; el Ayllu logró adaptarse y manejarse en el difícil equilibrio entre la continuidad y el cambio. Las empresas de familia fueron los responsables de todos los “milagros económicos”, hoy destacan en el surgimiento y desarrollo de las economías, pese a los embates de la globalización y la monopolización de los mercados donde el pez grande se come al pez pequeño siguen generando riqueza.

Mientas a muchas empresas les cuesta cambiar viejos paradigmas en la forma de hacer negocio debido a las estructuras mentales que se arrastran el cual impide romper los estilos de pensamiento en situaciones que se requiere cambios, el Ayllu adopto procesos de cambio y reingeniería organizacional.

El Café Ayllu se resiste morir, enfrenta una dura batalla contra la arremetida neurótica de la sotana del diablo que pretende desalojar del local donde opera para alquilar a franquicias de marca mundial (Starbucks, McDonald, kentacky Frid Chicken) que están al asecho. El “Ayllu” camina por el péndulo del incierto futuro, conflictiva relación que ha generado una corriente de opinión de solidaridad. Enrique Zileri director de la revista “Caretas” ha lanzado un SOS, desentraña los oscuros intereses de la casta dominante del clero; según Zileri “seria un sacrilegio y pecado imperdonable permitir un “Starbucks” en este lugar”.
La iglesia y la burguesía “nacional” se asocian con el capital transnacional y a través de esa alianza se mimetizan asumiendo la defensa plena del proceso de globalización y del sistema institucional jurídico, cultural e ideológico que lo sostiene. La avasalladora ofensiva neoliberal no tiene nacionalidad, para enfrentar la globalización imperialista, habrá que construir una gran alianza con los sectores económicos, sociales, ético-culturales y políticos cuyos intereses están en franca contradicción con los intereses del imperialismo y sus aliados.

CAFÉ AMARGO

Lima, 16/10/08 /(CARETAS Nº 2049) ¿Futuro probable? El Café Ayllu, ubicado desde hace 37 años en el Portal de Carnes 208 de la Plaza de Armas del Cusco, estaría pronto a someterse a mudanza forzada. Starbucks ocuparía su lugar.

Provocaría hablar aquí de panes bíblicos y codicias apocalípticas. El asunto, sin embargo, es más prosaico que místico: un café, el tradicionalísimo Ayllu del Cusco, enfrentado desde hace dos años y medio al arzobispado de dicha ciudad por el uso del local que ocupa, y cuyo contrato de alquiler la Iglesia se niega a r
enovar. De un lado, Pericles Beltrán junto a sus padres Zoila y Manuel, fundadores del establecimiento a quienes les ha llegado el dato de que el local podría cederse a la cadena Starbucks Coffee. Del otro, el arzobispo del Cusco, Juan Antonio Ugarte, insigne miembro de lo que el legendario cineasta cusqueño Luis Adolfo Figueroa, caserito del Ayllu, rebautizara como Opus “Dollar” Dei.

Con riesgo de convertirse en lo que los sociólogos denominan “ciudad genérica” (idénticos centros comerciales, idénticos fast food, idénticos turistas con idénticas demandas), el Cusco va convirtiéndose en una caricatura de sí mismo, en ese Incalandia al que alude el escritor Luis Nieto Degregori.

LA SOTANA DEL DIABLO

Lima, 23/10/08 (CARETAS Nº 2050) Respecto a “Café amargo” de su última edición, donde se nos hace mención, precisamos que no contemplamos actualmente ni a futuro la posibilidad de ocupar el local de Café Ayllu. La ciudad del Cusco representa una oportunidad interesante para Starbucks pero por el momento no tenemos planes concretos para ingresar a la ciudad. Nuestro objetivo es contribuir al florecimiento de la industria del café en el Perú. Buscamos que nuestros clientes puedan disfrutar de la experiencia Starbucks pero manteniendo siempre el respeto por la cultura local y contribuyendo en cada una de las comunidades donde operamos.

Javier Bustamante
Gerente General
“Starbuck´s Perú”
(*) Javier Bustamante, dice:"...no contemplamos actualmente ni a futuro la posibilidad de ocupar el local de Café Ayllu..", opinión irrelevante, es parte de la estrategia comunicacional de distracción orquestada desde el clero. Según información de primera fuente el interés por el local donde opera Café Ayllu no solo es de Starbuck´s sino hay otros postores entre ellas esta al asecho Kentucky, Mcdonald´s y otras transnacionales.

Lima, 23/10/08 (CARETAS Nº 2050).El emblemático Café Ayllu enfrenta una dura batalla: el arzobispado de Cusco pretende desalojarlo del predio donde opera hace 37 años para alquilar el local a la transnacional Starbucks, gigante en el rubro del café. El Ayllu, icono de tradición y cultura, se resiste a morir pese a que las franquicias de marca mundial están al acecho. El lío entre David y Goliat forma parte de la política expansionista del imperio Vaticano, consorcio económico que busca la rentabilidad de los bienes raíces más allá de cuestiones morales y éticas. El afán de lucro y ansia de poder de la casta dominante del clero –Opus Dei– mueve sus fichas para consolidar su riqueza subyugando a los fieles a la eterna servidumbre.

Yonel Trebejo Bustamante
Gerente Regional Cusco
“Perú Semanal”
(*) La retorica de siempre ¿qué unión podria haber con una iglesia mercatilista que no respeta a nadie y avazalla a los pobres?

jueves, 11 de diciembre de 2008